De Nador a Tánger a lo largo de la cordillera del Rif
La ruta que se dibuja serpenteante entre Nador y Tánger a través de la cordillera del Rif es, a menudo, temida por su inmersión en el lado más oscuro y desconocido de Marruecos. Sin embargo, los paisajes y pueblos que se descubren y la experiencia que esa carretera brinda a sus viajantes resultan inolvidables.
De Almería salen cada día varios barcos que arriban al puerto de Nador, a 13 kilómetros de Melilla, que resulta ser un punto estratégico para los negocios y una de las puertas de Marruecos a este lado del Mediterráneo. La ciudad se pinta de blanco debido a la cal que se agarra a las paredes de sus casas. Calles insufribles debido a un tráfico caótico y nervioso, donde la combinación de peatones, bicicletas, motos y coches se mezcla en una coreografía extraña que parece resultar ordenada y lógica solo para los residentes de la zona. Pero este movimiento también están en las gentes de Nador, una ciudad viva, en la que los panaderos llegan con los maleteros de sus coches repletos de panes, los pequeños puestos de zumo se colocan en cualquier esquina y los cafés se llenan del embriagador aroma de la hierbabuena.
Los primeros kilómetros de la carretera N15 dirección Alhucemas, ya empiezan a dar una idea de la irregular carretera que acompañará al conductor a lo largo del viaje. Viajero que descubrirá que las señalizaciones y normas de tráfico se interpretan de una forma un tanto particular por los vecinos de la zona. Esto también forma parte del encanto de Marruecos.
Y así se llega a Alhucemas, bahía con historia militar y actualidad tranquila cuyas playas se llenan de marroquíes en busca de sol en los meses de verano, y que serán de las pocas de las que el viajero pueda disfrutar en su camino a Rif
De nuevo en carretera y rumbo a Ketama, la carretera se vuelve más angosta, estrecha y serpenteante de lo que había sido en el tramo anterior, y de pronto se puebla de vendedores de hachís cuando menos uno se lo espera. Pero el paisaje realmente merece la pena, y sorteando curva tras curva al final se llega a Ketama, que antaño fuera una ciudad de montaña repleta de bohemios y hippies. Quizás sea esa la causa de que Ketama sea el corazón del hachís y que los vendedores de hachís a menudo se dediquen a perseguir al turista intentando venderle el producto. Para calmar los ánimos lo mejor es parar en Ouezzane y tomar un té, cuyo barrio judío y pequeña medina bien merecen un vistazo.
Sin embargo, si hablamos de belleza, la de Fez resulta inigualable. Fez es un edén de locura, modernidad y belleza en pleno corazón de Marruecos. Uno de esos lugares en el mundo que hay que visitar y disfrutar al menos una vez en la vida.
Pero la magia no termina en Fez, y es que continuando por la carretera del Rif se llega a Chefchaouen o Xauén. Un cautivador oasis azulado de casitas apretujadas en un valle, de callejuelas estrechas y tranquilas y que era adorada por artistas e intelectuales, que invita a pasear y tomarse un té durante la puesta de sol en alguna de sus plazas (Makhze o en la Uta el-Hamman) o disfrutar de sus hammam, establecimiento de baños turcos de lo más auténtico.
Chefchaouen cuenta con una hermosa medina y una Gran Mezquita, unas murallas protectoras que fueron restauradas en el siglo XVII para defender la ciudad de las tribus bereberes y de los españoles, y una vida nocturna de lo más animado. De Xauén se pasa por Tetuán, aunque suele ser una ciudad de paso para la gran mayoría de los viajeros, merece la pena pasearse por su medina, declarada Patrimonio Universal por la Unesco.
Y así, acabamos este viaje por el Rif en Tánger, destartalada población que da testigo de la prosperidad que un día la caracterizó. Su ambiente nostálgico y lánguido cautiva y embriaga a partes iguales, y el éxtasis de su medina resulta ser rincón en el que el viajero podría perderse durante días.
La Gran Mezquita y el Museo Dar El Mandoub son algunos de sus otros atractivos, sin olvidar la plaza 9 de abril , una de las más grandes de la ciudad y uno de los puntos de encuentro preferidos por sus ciudadanos. En sus alrededores además podremos ver lugares de sumo interés como las Grutas de Hércules y el Cabo Espartel.
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