¿Por qué está inclinada la Torre de Pisa?
En el año 1173 se encargó al arquitecto Bonanno Pisano la construcción de un campanario para la catedral de Pisa, a lo que el técnico respondió con una propuesta de edificio en forma de columna separado del propio templo.
La genialidad del arquitecto fue del gusto de los mecenas de la obra y se aprobó el proyecto, pero muy pronto se observó que los cimientos de la torre eran excesivamente débiles, por lo que la obra no tardó en empezar a inclinarse. Tras la construcción de los tres primeros pisos, la desviación ya era de cinco centímetros hacia el sudeste, por lo que Pisano decidió detener el proyecto temeroso de que su reputación se viera afectada.
Casi cien años después, Giovanni di Simone decidió reanudar la construcción e intentó compensar la inclinación de la torre construyendo los cuatros pisos que restaban de forma correctamente alineada, pero de nuevo el campanario continuó inclinándose y di Simone volvió a parar las obras.
En 1298 la desviación de la torre ya era de casi metro y medio, pero esto no detuvo a otros de seguir intentando finalizar el proyecto, y Tommaso Pisano decidió terminar la construcción de este campanario disponiendo el claro de forma vertical sobre la inclinada edificación. En 1372, el actual icono de Pisa quedaba listo para ser inaugurado.
A lo largo de los años se han ido sucedido restauraciones e ingenios con el propósito de reparar el famoso defecto, pero no sólo no han cumplido con su propósito, sino que en gran cantidad de ocasiones estas ideas han terminado por agravar el problema. Así pues, la inclinación actual se encuentra en 3,99 metros, pero anteriormente esa cifra ha llegado a ser de hasta 4,47 metros, en 1993. Ante la imposibilidad de revertir esta situación, y por motivos de seguridad, la Torre de Pisa fue cerrada al público en 1990.
En la actualidad, el icono de Pisa se mantiene en pie gracias a un par de cables de acero que aseguran la torre y 690 toneladas de plomo dispuestas a modo de contrapeso. De momento, la medida parece que funciona y se considera que, pese a su desviación, la torre es completamente estable. Tal es el entusiasmo que, en 2001, volvió a abrir sus puertas al público y sus campanas repican desde entonces con absoluta normalidad.